Cuando un niño sonríe, su rostro se ilumina y es capaz de iluminar los rostros de los demás, si todos nos pudiéramos contagiar de esa inocencia, de esa ternura que inspiran, el mundo sería mucho mejor, los niños son esa puerta del alma que no olvidamos, esa parte de nuestro pasado que revivimos todos los días cuando nos encontramos con viejos amigos, o nos reencontramos con esa imagen de lo que somos ahora en el espejo...
Mi puerta había quedado entreabierta, por eso me gusta creer que sigo teniendo esa fuerza humana y poderosa que puede acabar de un tajo con la insolencia de los hombres, con la inhumanidad de la humanidad.
Un homenaje a los niños que llevamos dentro...
Ref. Visita a la Virginia-Risaralda
Andrea, es la sencillez de vivir la vida plenamente y on un paso a paso la que marcara el sendero a seguir
ResponderEliminarGracias mamá, no había visto tu mensaje, ese día lo viví contigo tan intesamente, que supe que debiamos estar en ese lugar... gracias por tu apoyo
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