Ella, llegó corriendo del estacionamiento, abrió la puerta sin pensar en nada, necesitaba estar sola, la respiración se cortaba, el corazón latiendo presuroso, tenía desespero y esperanza de encontrar ese lugar secreto e íntimo donde encontrarse consigo misma.
Mientras corría por el corredor, recordó que al final estaba el baño, un sitio ideal para estar en un momento así y poder pensar con claridad.
Abrió la puerta de un golpe cogiendo la manilla fuertemente, entró precipitadamente, con afán y se encontró de frente con el espejo, sus ojos denotaban cansancio, quizá veía en su rostro lo que su corazón le indicaba, el presagio de que algo ocurriría pronto, y que lo entendería cuando hiciera lo correcto por averiguarlo.
Mirando en el espejo, se acordó de su cartera, antes ni se había acordado de lo que podría significar no traerla con ella, impaciente puso un poco de agua en su cara, las manos temblorosas mojaron un poco su cabello, pero ella seguía con la mente revuelta, dando tumbos entre la razón y el espanto, estaba en ese sitio sola, sentía voces afuera y rogaba porque nadie entrara, quería sentirse segura, resguardada de la gente, no quería dar explicaciones a nadie, ni siquiera a ella misma.
Por fin tomo la decisión de abrir su cartera y sacar la cajita, se resbaló de sus manos mojadas y con la paciencia del caso, impuso su voluntad sobre sus nervios de punta, en sus manos estaba la respuesta, un susto enorme de enfrentar la realidad, de pronto, uso la respiración para calmarse un poco, uno, dos, tres y cuatro –inhalaba-, cinco, seis, siete y ocho, tres ocasiones fueron necesarias para bajar el ritmo cardiaco, tomar conciencia de la situación, el alborozo de su corazón reclamando justicia, queriendo saber la verdad.
Sintió de golpe un dolorcito en su estomago, mariposas en el estomago revoloteando y dando tumbos de placer, adrenalina pura, mira su reloj y se da cuenta que pronto empezará su clase, entonces toma la decisión de dejarlo todo, no hacer nada, pero su mirada impaciente y de decepción, su conciencia le habla, sabe que no es lo correcto, que es una cobarde; vuelve a guardar la cajita y luego saca la bolsa de los cosméticos, continua haciendo algo para que nadie note la exaltación que ha vivido, lo que lleva por dentro, pinta sus labios y guarda todo lo que ha usado de nuevo en la bolsita y luego en su cartera. Sale del lugar y alguna parte de ella se siente muy bien, pero el resto le dice que debe hacer algo para salir de la duda.
Ve a algunos de sus compañeros, habla un poco con ellos, esta a punto de entrar al salón de la clase y se detiene, se da cuenta que esta siendo cobarde, que no hay otra salida, y se devuelve al baño.
Ahora, un poco mas calmada y casi humana, da la vuelta al seguro de la puerta para que nadie entre, tener para ella todo ese lugar, vuelve a la cartera y saca la cajita, esta feliz y confiada. –Todo va a estar bien se anima. Ahora espera con la paciencia que no tiene, y con las ganas de saberlo ya, un minuto, dos minutos, tres minutos, se tapa los ojos, no quiere ver la realidad, solo esta parada de nuevo fuera del sanitario con el objeto blanco, mira de reojo, pero no ve nada… ahora vuelven a temblar las manos, la cara vuelve a estar pálida, seguro que se confirmarían sus sospechas.
Abre los ojos para estar segura, los abre bien, ilumina el objeto blanco, lo sabe todo, lo sabe antes que nadie, y esta feliz de saberlo ahora, en esos ojos oscuros se denota la brillantez de una lagrima, saca de su cartera el celular, hace una llamada, no deja que el interlocutor hable, solo se oye como cuando dice: Mi amor, estoy embarazada.
Ref. Relato corto Uni. Jav. 2010