Me acordé ahora de cuando empecé a escribir, y estos recuerdos llegaron como un rayo de luz, iluminando lo que alguna vez sentí cuando en el coliseo del colegio donde estudie, Maris una de mis mejores amigas me mostró algo que había escrito. Un papel de cuaderno, desteñido y rayado, con lapicero rosado, su letra clara como siempre y yo pensando que podía escribir algo también, cuando volvimos a la clase, saqué uno de mis cuadernos y en la parte de atrás trate de escribir algunas palabras (el cuaderno todavía existe) pero eso no salió muy bien, frases cortas, no pude concretar nada, no salió nada. El tiempo pasó, seguramente olvidé volver a escribir.
Lo que concretó la idea de escribir, fue la carta que un amigo escribió para su novia, tenía muchos errores: de estilo, ortográficos, una letra terrible; no tengo idea por qué me la mostró, pero yo le dije que seguro a su novia no le iba a gustar, que estaba muy bien la intención, estábamos en el primer descanso de clases y le dije que me la dejara, que yo intentaría mejorarla, así fue en mi clase dediqué todo el tiempo a reescribir la carta y dejarla en mejores condiciones, decoré la hoja de papel de cuaderno y le puse una esmerada letra que hacía las veces de hilo conductor con lo que yo creía, me acuerdo que era una declaración de amor, algo de adolescentes con mucha inocencia, y de los primeros pasos para iniciar una relación, encontré que había quedado muy bien y me sentí orgullosa de mi primera obra maestra. Al otro día, mi compañero de colegio me buscó por todos lados, para contarme que su novia había estado feliz leyendo la carta y me recomendó con otros compañeros que me animaron a que les escribiera las cartas a sus novias...
Así empezó todo esto, hace quince años... en mis primeras quince primaveras de escribir quiero compartir la historia, compartir mis historias con mis lectores, los que me han animado a que lo siga haciendo.
Ref. Antes de Así de simple

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