Recuerdo que así fue…
No había que negarlo, el pelo
recogido se le veía mejor –pensaba para sí- y seguía conversando, se dijeron
tantas cosas esa tarde, esa noche, que las estrellas pusieron en silencio sus
bocas, y pusieron toda su atención en ese intento de cortejo divertido. Él, un
galán empedernido, consternaba poco a poco su locura más ufana, y declaraba
momentos circunstanciales con los que ella había soñado tantas veces, pero que
hasta el momento le habían parecido lejanas, ella no olvidaba su paciencia, el
tiempo invertido en el intento de su corazón meditabundo y contradictorio, el
mismo contrariaba todo… sentir o no sentir, o vivir y dejar vivir, se convertía
en la nueva cuestión del contramuro, del destino.
El pelo recogido seguía en su
punto, ni un pelo por fuera de la cola y el estiramiento del cabello en una
hebra, las palabras trascurrían en esa calle que se volvió avenida, cuando
discurrieron encantos y torbellinos, por punta y punta el haciendo las paces
con la vida, permitió recrudecer la verdad atiborrada de recuerdos para hacer
una aventura misteriosa y cautiva, fueron tantos los instantes donde al tiempo
reconoció la premura del tiempo, por querer casarse sin sentido y sin
propuesta, sin conocerla siquiera, pero era ella quien le cautivaba el encanto,
del risueño destinillo que convertido en acierto, cantaba su largo pelo
recogido en cola.
Lo veía con su sonrisa a medias, tocándose
las puntas enroscadas a modo de coqueteo, y consolidó la vaga noche con un beso
que hizo las veces de sí y hasta siempre, que vengan todos aquí para ver
nuestra locura, que sigue siendo tan loca como sus propios sueños, ellos que se
invocaron en largas noches y recuerdos y se mandaron besos tiernos y enamorados
por el conducto invisible de un teléfono… que fue la vida y no el amor quien
los unió, que fueron las ganas de compañía quien hizo el encanto y no la vida.
Ref/ Cuentos cortos/Escritos
2012

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